Abejas urbanitas

Las abejas desarrollan un papel importantísimo en muchos pueblos y ciudades de la Comunidad Valenciana. Son las responsables de polinizar las flores de millones de plantas y árboles. Además, son bioindicadores de la calidad de nuestro aire. Desde hace unos años se está produciendo una migración de estos insectos desde las zonas rurales hacia las ciudades. En València, aprovechando su presencia, se está desarrollando un proyecto de apicultura urbana para poner en valor a las abejas.

La ciudad es un lugar hostil para muchos animales. La contaminación acústica, el tráfico, la contaminación difusa del aire o el exceso de iluminación artificial durante la noche, imposibilitan la vida de buena parte de la fauna. Solo unos pocos animales oportunistas han aprendido a vivir en las ciudades a expensas de las personas. A la fauna de la calle más habitual como son los gorriones, las palomas, las tórtolas, las cotorras, las ratas, los ratones y las cucarachas hay que sumarle una nueva inquilina llegada del mundo rural: las abejas.

Las primeras abejas de la miel aparecieron sobre la Tierra hace unos 40 millones de años. Su evolución transcurrió en paralelo con el surgimiento y la expansión de las primeras plantas con flor. En un primer momento se establecieron en las zonas tropicales del planeta pero más tarde colonizaron regiones de climas templados y con presencia de inviernos. Para hacer frente en los meses más fríos y calurosos del año idearon mecanismos de supervivencia como son el refugio de los enjambres en cavidades interiores y la termoregulación. Una calidad que las permite mantener constante la temperatura en la colonia, entre los 32 y 36 grados centígrados. La miel, vital para las abejas y un alimento excelente para las personas, ha permitido una larguísima coexistencia entre insectos y humanos.

 Abella polinizando una estepa de Cartagena. Foto: Anna Yusà.

Apicultura Urbana 

El proyecto de Apicultura Urbana nació en València en 2015 por una colaboración puntual entre el Observatorio Municipal del Árbol, dependiendo del Ayuntamiento de València, y el Departamento de Himenópteros de los bomberos de la ciudad. Un enjambre natural se estableció en el interior de la rama de un chopo. La colonia de abejas fue recuperada y trasladada a la azotea del Observatorio. Santiago Urribarrena, coordinador del Observatorio Municipal del Árbol de València, explica que "se va observando desde los últimos cuatro años que la abeja rural, la abeja que vive en el campo está migrando hacia las ciudades por varios motivos, uno de ellos las sequías, los monocultivos, el uso de plaguicidas, el uso de plaguicidas, la falta de flor a causa de esa sequía y en la ciudad encuentra la falta de depredadores, la no utilización cada vez más de productos fitosanitarios, encuentra el agua y sobre todo encuentra en la flora ornamental una diversidad para poder fabricar su miel."

 Rescate de una colmena en el Jardí Botànic UV. Foto: archivo Samarucdigital.

Como ejemplo el 2015, año de creación del proyecto, los bomberos de València tuvieron más de 400 avisos de enjambres urbanos. Una circunstancia que se da en otros muchos pueblos y ciudades de la Comunidad Valenciana. Desde ese momento, el Observatorio del árbol gestiona el Abejero Municipal y la Red de Recuperación de Enjambres Urbanos. Los mayores esfuerzos van dirigidos a la divulgación entre los estudiantes y las familias porque aceptan la presencia de la abeja en la ciudad. También desarrollando el Plan Municipal de Apicultura Urbana porque volamos es que sea lo mismo lleno del Ayuntamiento el que recoja este proyecto y en el desarrollo de ordenanzas de tenencia de colmenas para autoconsumo, comenta Urribarrena.

València se ha sumado a la lista de ciudades que desarrollan proyectos de apicultura urbana como son Madrid, Barcelona, Segovia, Londres, París y Nueva York, entre otras muchas. 

El objetivo del proyecto de Apicultura Urbana de València no es la producción de miel sino informar a la sociedad la importancia que tienen las abejas en los ecosistemas urbanos, fundamentalmente por su tarea pol·linitzadora de las plantas con flores. Pero el plan también está demostrando que es posible producir miel de calidad en una ciudad como València. La Politècnica y la Universitat de València colaboran en el proyecto analizando la calidad de la miel y todos los productos fabricados por las abejas urbanitas. 


Las abejas han iniciado un lento proceso de colonización de las ciudades. A las grandes urbes hay agua en abundancia, jardines con millones de flores, una temperatura más elevada que en el medio natural y una mayor ausencia de insecticidas y pesticidas. Las abejas son bioindicadores de la calidad del aire. Probablemente han venido para quedarse pero habrá que estar atentos a su desaparición. Sería un síntoma preocupante de la salud de las ciudades. Mientras tanto las abejas urbanitas, ajenas a estos problemas, continúan regalando, año tras año, primaveras coloridas.


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