Confidencias de un incendio

El paso del fuego por la montaña descubre otra realidad cuando las llamas se apagan y que aquí nos muestra Raúl Gómez, autor del blog SerSostenible . El paso de un incendio arrasa la vegetación, al tiempo que destapa los residuos abandonados durante décadas en la naturaleza y que ni siquiera el fuego puede hacer desaparecer.

Desgraciadamente, un año más es tiempo de incendios, pero aquí no hablaré de incendios, sino de un incendio en particular y de lo que dejó al descubierto. Ya compartí alguna imagen en redes sociales pero no me he resistido a escribir unas líneas (pocas) y compartir unas fotos más sobre algo que me dejó bastante impresionado hace unos días.

He estado pasando unos días en el Parque Natural de la Sierra de Mariola, entre las provincias de Valencia y Alicante, cerca de Alcoi. Es una bonita zona en la que predomina el pino carrasco pero en la que aún se pueden ver bosque mixto mediterráneo en el que se entremezclan especies como la carrasca junto con árboles caducifolios mucho menos frecuentes en esta zona como fresnos o arces.

Me gusta la fotografía y suelo ir con la cámara a cuestas buscando paisajes o imágenes curiosas que compartir y momentos que recordar. Un campo de girasoles, una puesta de sol… En una de mis salidas me encontré con un paisaje muy diferente; los restos de un incendio. Un incendio relativamente pequeño, no creo que fueran más de 5 hectáreas al borde de una curvilínea carretera de montaña con escaso tráfico.

Al descubierto

Un incendio siempre es una mala noticia, pero si encima ocurre en un espacio natural protegido es una catástrofe porque perdemos algo prácticamente irrecuperable. Pero en esta ocasión lo que más me impresionó no fueron los troncos negros como el tizón de las carrascas y pinos quemados, ni tampoco el suelo negro calcinado cubierto por cenizas y por la pinocha seca que poco a poco el viento arrancaba de los pinos muertos, lo que más me impresionó es lo que el incendió dejó al descubierto.

El paisaje era tan impresionante como triste. Restos de todo tipo de envases. Muchísimas latas; de comida, de aceite pero sobre todo latas de bebidas. También muchas botellas de vidrio, de vino y sobre todo de cerveza. Todo ello en una cantidad tal que en algunos puntos formaba montones. Allí había cientos, seguramente miles de envases de todo tipo y sobre todo, repito, latas, muchísimas latas. ¿Cómo podía haber llegado todo aquello allí?.

Muestrario de los últimos 30 años

Me acerco y veo que allí hay un auténtico muestrario de las latas y botellas que en los últimos 30 años se han ido utilizando en nuestro país, latas de refrescos y de cerveza de cuando aún no se había implantado las anillas no desprendibles o stay on (la que no se separa de la tapa). Botellas de cerveza en las que aparece el mensaje de sin cargo, no retornable avisando al consumidor del fin del con reutilización. Sí, el de “devolver el casco”, el que algún día alguien decidió suprimir y hoy día todos, o casi todos, vemos necesario, el que seguramente algún día recuperaremos.

Es curioso, pero aún hoy día algunos dicen que el SDDR fracasaría porque la gente no devolvería los envases y en aquel momento estaba tan asumido y aceptado que había que avisarnos para que lo dejáramos de hacer. Por cierto, seguramente si hubiera habido un SDDR muchos de esos envases no hubieran acabado en aquel bosque, por muchas razones que ya he comentado en esta entrada.

Que cada uno saque sus propias conclusiones. Yo simplemente siento pena y rabia de que haya personas que no sepan valorar y respetar los cada vez menos enclaves de naturaleza que nos van quedando, y sólo espero que los errores cometidos en el pasado nos enseñen a tomar las decisiones correctas en el presente, porque al final la porquería, antes o después, siempre sale a la luz.

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