Descubriendo los árboles de la ciudad

Aunque nos cueste creerlo la ciudad tiene su propio ecosistema. Los parques municipales son un claro ejemplo de riqueza arbórea. Mientras hacemos un paseo bajo la sombra de los árboles, podemos quedar boquiabiertos al descubrir las estrategias de supervivencia de diferentes especies.

Entramos en uno de los rincones naturales más emblemáticos del Cap i Casal que destaca por su gran cantidad y diversidad de ejemplares arbóreos: 2.769 ejemplares y 167 especies botánicas diferentes. Popularmente conocidos como Viveros, estos jardines formaban parte del Palacio del Real, derribado en época de conflicto napoleónico.

Más allá de la historia del lugar, hemos venido aquí para conocer los ejemplares más característicos del parque. Por ello, hemos quedado con Santiago Uribarrena, jefe del Observatorio Municipal del Árbol, quien nos guiará en nuestro paseo.

La higuera estranguladora

El primer ejemplar que nos sorprende es un gigantesco ficus macrophylla de origen australiano. Una de sus principales características es la capacidad poderosa de imponerse ante otras especies vegetales. De ahí su nombre de higuera estranguladora. En la mayoría de casos, germina en la copa de un árbol huésped hasta que sus raíces establecen contacto con el suelo. Este ejemplar de Valencia está catalogado, por sus grandes dimensiones, árbol con carácter monumental.

La siguiente parada la hacemos ante una palmera muy singular, de la que surgen diferentes brazos. La palmera es una especie muy distintiva de nuestro entorno, con la que nos sentimos identificados. La majestuosidad con que se eleva hacia el cielo de forma ininterrumpida hasta la etapa final de vida, la convierte en una planta con mucha presencia.

El fuego y el pino canario

Cerca de una de las puertas de entrada, un fornido pino canario nos da la bienvenida a los Jardines del Real. Este árbol muestra una estrategia de supervivencia ante los incendios. Es resistente al fuego gracias a la gran capa de corcho que cubre el tronco, lo cual lo aísla del calor y las llamas. Después de un incendio, esta especie tiene la capacidad de rebrotar desde el mismo tronco.

A medida que caminamos por el parque, comprobamos cómo conviven una gran variedad de árboles, que compiten por su espacio. Nos resulta curiosa la estampa de una palmera que busca el sol muy hábilmente, rehuyendo la sombra que le proporciona un árbol de copa frondosa.

A lo largo del recorrido hemos conocido muchas características y anécdotas que los árboles no pueden contarnos de viva voz. Antes de dar por concluido nuestro paseo por Viveros, queremos acabar el itinerario botánico en el Museo de Ciencias Naturales. Una visita obligada que no podemos dejar pasar por alto. La ciudad hoy nos ha descubierto sus secretos naturales.

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