El comercio del frío en la Sierra Mariola

En la sierra de Mariola se conservan restos de 50 depósitos destinados a la conservación de la nieve que estuvieran activos cuando el “comercio del frío” era un negocio lucrativo, principalmente entre el siglo XVII y principios del XX. La edificación más emblemática de la sierra es la Cava Gran de Agres. A lo largo de la Comunidad Valenciana se conservan restos de 300 construcciones de diferentes aspectos y tamaños, que recuerdan la intervención humana en el paisaje y su relación con el clima.

La primera noticia del “comercio del frío” en la sierra de Mariola es un contrato de 1591 entre un comerciante de Cocentaina y otro de Gandia. El historiador Rubén Molina nos detalla como aquel documento establecía la obligatoriedad de utilizar la nieve antes de las siete de la mañana para poder cobrar la valiosa mercancía. Este oficio tuvo su máximo esplendor entre los siglos XVII y principios del siglo XX en la Comunidad Valenciana, donde se conservan restos de 300 restos de depósitos de diferente tamaño y formato destinados a la recogida y la conservación de la nieve.

La Cava Gran de Agres

La Cava Gran de Agres es el edificio más emblemático del comercio del frío y un símbolo del parque natural de Mariola. Con casi 15 metros de diámetros y 12 de profundidad, los trabajadores comprimían la nieve en su interior y la separaban en varias capas divididas principalmente con paja de arroz, el material más aislante de la época según nos explica Miquel Vives, guía del Parque natural. El traslado del preciado hielo compactado hasta su destino se hacía de noche para evitar que los rayos del sol hicieran desaparecer la menor cantidad de carga posible.

La nieve era un bien muy apreciado en aquel tiempo, especialmente a partir de la primavera cuando aumentaban las temperaturas. Evidentemente se emplean para mantener los alimentos frescos y como adorno en las mesas de las clases acomodadas, pero también aportaba usos terapéuticos en medicina o se utilizaba en la fabricación de helados, una industria con mucha demanda en el sur de Alicante.

La Cava Gran. Foto: Álvaro Olavarría

La Cava de San Blas

Otro edificio del frío muy singular es la Cava de San Blas de Bocairent, en la Vall d’Albaida, una espectacular construcción excavada en la roca que además tiene la peculiaridad de estar situada al lado mismo del casco urbano de la población, y que se conserva en muy buen estado.

Normalmente desde las cavas o neveros más grandes hasta los más modestos ventisqueros, unos simples agujeros excavados el suelo, los depósitos se situaban en las zonas de umbría de las montañas para captar y conservar la mayor cantidad de nieve posible. Otro conjunto importante se conserva en la zona de La Bellida en Sacañet, en el Alto Palancia, que alberga una de las mayores concentraciones de este tipo de construcciones de la geografía valenciana.

Bocairent. Foto: Alvaro Olavarría

Un tejo de 80 años

El descubrimiento de la producción del hielo de manera artificial, a principios del siglo XX, dejó rápidamente en desuso las cavas y neveros. Un testigo de la época en que el comercio del frío dejó de tener sentido en la sierra Mariola es el ejemplar de tejo (Taxus baccata) de unos 80 años de vida, que comenzó a crecer a al interior de la Cava Gran de Agres poco después de su abandono como gran productora de hielo.

Hoy aquellas construcciones son un indicador de cómo los humanos aprovechaban y modificaban el paisaje, y al mismo tiempo un síntoma climático que señala dónde estaban en el pasado las zonas más frías de las montañas valencianas. Los últimos temporales han vuelto a llenar muchos de aquellos antiguos depósitos de nieve.

Foto: Álvaro Olavarría

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